El declive Mexicano
México alcanzó su pico máximo de producción de petróleo en 2005, con 3,5 millones de barriles diarios. En marzo del 2014 esta cifra se redujo a 2,47 millones de barriles al día. El país es actualmente el noveno mayor productor de crudo del mundo pero hace más de nueve años que sus yacimientos maduros han entrado en declinación, al tiempo que sus reservas han caído estrepitosamente y su demanda interna ha aumentado.
La mayor parte de la disminución se deriva del declive de su yacimiento más grande, Cantarell, que es el segundo campo petrolero off shore más grande del mundo. Como en todo yacimiento de petróleo, el declive de la producción es un fenómeno inevitable debido a que sus reservas de hidrocarburos son finitas. Cantarell no es la excepción, y a partir del 2004 inició su proceso natural de declinación. La producción de petróleo de este yacimiento ha caído más de un 80% desde aquel año.
El gobierno del país tiene expectativas en que los cambios introducidos a partir de La Reforma Energética, que permite la inversión extranjera en la industria de México, atraiga decenas de miles de millones de dólares y las nuevas tecnologías necesarias para reactivar su producción de petróleo y gas. El objetivo es impulsar la producción a 3 millones de barriles al día en 2018. La mayoría de las reservas disponibles se compone de variedades de petróleo pesado que se encuentran en las profundidades del mar, en la parte sur del país, en la zona denominada como La Sonda de Campeche. Su desarrollo demanda altos costos y tecnologías específicas.
Sonda de Campeche.
Las necesidades de Estados Unidos
La merma en la producción petrolera de México en los últimos años también ha impactado en su posición como exportador neto de petróleo a Estados Unidos (EEUU). En consecuencia, las exportaciones a EEUU han bajado abruptamente desde 2006.
Estados Unidos sigue siendo un importador neto de petróleo. Consume 18,5 mil millones de barriles por día, de los cuales produce solo 11,1 mil millones. Si bien EEUU ha aumentado su producción los últimos años debido a los aportes del desarrollo del shale, sigue dependiendo de las importaciones de crudo para abastecerse.
La baja en las importaciones provenientes desde México, que ocupa el cuarto puesto como uno de los principales proveedores de hidrocarburos de EEUU, se suma a la disminución desde el 2008 de las importaciones que le llegan desde Venezuela, el tercer país que más le exporta después de Canadá y Arabia Saudita.
La tensión en Venezuela
Venezuela es el país con mayores reservas de petróleo del mundo. Tiene reservas probadas por 297 mil millones de barriles según la OPEP y produce 2,5 millones de barriles diarios según Oil & Gas Journal, posicionándose decimotercero entre los países del mundo que más producen. Esta relación entre producción y reservas es baja si se la compara con otros países.
La República Bolivariana, en el ámbito de la OPEP, ha mantenido sus cuotas de producción en los niveles actuales, sosteniendo el precio del barril de petróleo por arriba de los 100 dólares. Al mismo tiempo, el Gobierno del presidente Maduro procura impulsar la extracción de petróleo pesado y ultrapesado en la Faja del Orinoco, reservorio que contiene unos 220 mil millones de reservas probadas de petróleo según la empresa estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA). Actualmente allí se produce un millón 230 mil barriles de petróleo al día y se espera que para 2019 produzca 4 millones de barriles al día.
PDVSA ha implementado en los últimos años una estrategia de exportaciones que podemos caracterizar como multipolar, que implica diversificar sus destinos de exportación por fuera de Estados Unidos. Uno de los destinos de más rápido crecimiento ha sido China. En 2011, China importó 230 mil millones de barriles diarios de crudo desde Venezuela mientras que en el 2005 solo importaba 19 mil. Al mismo tiempo, Venezuela ofrece una cantidad considerable de petróleo crudo y productos refinados a los países latinoaméricanos y del Caribe, en el marco del proceso de integración regional. El crecimiento económico y la creciente demanda del mercado interno, que consume la nafta más barata del mundo, también impacta en las exportaciones de la petrolera que destina parte importante de su renta para fines sociales redistributivos.
Es este contexto, los grandes recursos de petróleo y gas que posee Venezuela se convierten en una cuestión de interés especialmente para EE UU, que necesita del petróleo que importa de ese país y que México tampoco está en condiciones de aportar. EE UU (y sus aliados europeos) necesitan que Venezuela aumente su producción de crudo en función de la gran cantidad de reservas que tiene y poder seguir contando con un alto flujo de importaciones provenientes desde el país caribeño. Sin embargo, el gobierno de Maduro y las políticas implementadas son un escollo para lograr su objetivo, que estiman debería abrir paso a las inversiones extranjeras y a las grandes petroleras internacionales.
Por otro lado, las importaciones provenientes desde medio oriente demoran entre cuarenta y cuarenta y cinco días en llegar desde Arabía Saudita hasta Texas, mientras que el petróleo de Venezuela solo tarda entre cuatro y cinco días en llegar a EEUU. Al comparar la diferencia del costo que significa transportar el petróleo desde Medio Oriente y desde Venezuela, también podemos vislumbrar la ambición de ciertos intereses ligados al país anglosajón.
Estos motivos aumentan las presiones sobre el gobierno socialista, que enfrenta un prolongado conflicto político con sectores de la oposición que buscan destituirlo. Los EE UU y sus aliados, con distintas excusas, ya invadieron Irak y Libia para asegurarse el petróleo que necesitan. El rol de las instituciones regionales es fundamental para evitar cualquier intento de injerencia en Venezuela.