Los bajos precios del petróleo están afectando fuertemente a las operaciones que tienen mayores costos de producción, entre los que se destacan el shale en Estados Unidos y las arenas bituminosas en Canadá. Como consecuencia de esta situación, las grandes compañías también se ven afectadas, reduciendo sus inversiones en exploración en zonas de alto costo, como por ejemplo la suspensión de las actividades de Shell en el Ártico, priorizando el desarrollo en zonas de bajo costo, las cuales son cada vez más escasas a nivel global.
El precio del barril alrededor de los 30 dólares está afectando fuertemente el desarrollo del shale en Estados Unidos, ya que más de la mitad del petróleo que produce el país proviene de este tipo de formaciones. Desde fines de 2014, cuando comenzó la baja del precio del crudo, ha disminuido sensiblemente la actividad en este tipo de yacimientos, lo que ha generado una disminución de la producción en los últimos tres meses. Los costos de extracción van desde los 80 dólares en Colorado hasta los 60 dólares en la formación Bakken en Dakota del Norte. Es por esto que muchos equipos de perforación están dejando de operar, de cerca de 1500 que había en febrero del año pasado, hoy se encuentran activos poco más de 500. La situación es menos apremiante en Eagle Ford, Texas, donde el costo de producción es bastante menor, cercano a los 40 dólares.
Canadá es uno de los países más afectados por el descenso en los precios del crudo. Las arenas bituminosas de Alberta constituyen la tercera reserva de petróleo en el mundo (detrás de Arabia Saudita Y Venezuela) pero a su vez son los recursos con los costos de extracción más elevados del planeta, situándose por encima de los 80 dólares el barril. Es por esto que con un petróleo próximo a los 30 dólares la situación se torna insostenible y Alberta ha entrado en un proceso de recesión en el cual se han perdido más de 40 mil puestos de trabajo desde el 2014.
Por su parte, las grandes petroleras también se ven golpeadas por la crisis de los precios. Shell obtuvo el último año ganancias por casi 2 mil millones de dólares, pero esto fuera de ser algo positivo, constituye una alarmante disminución del 87% con respecto al 2014. Como consecuencia la empresa anglo-holandesa reducirá sus operaciones alrededor del mundo, dejando de lado cerca de 40 proyectos, lo cual traerá aparejado una disminución en las inversiones en bienes de capital en los siguientes tres años y despedidos de 10.000 trabajadores para este año.
ExxonMobil también logró beneficios en 2015, pero fueron un 50% menor que en el 2014, lo que incentiva a la empresa más grande de Estados Unidos a recortar sus gastos y de exploración en un 19%. Por su parte, Chevron concluyó el 2015 con ganancias de 4.587 millones de dólares, lo que representa un 76,1% menor al del 2014.
Por otra parte, hay empresas que directamente tuvieron pérdidas el año pasado y su situación es más alarmante. Tal es el caso de BP y Statoil. La petrolera británica reportó pérdidas cercanas a los 6.500 millones de dólares, esto se traduce un ajuste por parte de la compañía que acarrea alrededor de 11 mil despidos de trabajadores. La empresa noruega, que pasó de cerca de 22 mil millones de dólares de ganancias en 2014 a perdidas por casi 4.400 millones en 2015, decidió recortar en un 50% sus inversiones para hacer frente a la crisis, lo que le permitirá ahorrar cerca de 2.500 millones de dólares este año, sacrificando así resultados futuros.