“Nuestro trabajo es hacer brillar una luz en lugares donde la gente podría no querer que brille y, claramente, vamos a apoyar lo que es el tema más importante de la agenda de política exterior internacional para este país y para el planeta, que se refiere a la emergencia climática, y por supuesto que tenemos un papel en ese espacio. Cuando las personas se adhieren a compromisos sobre el cambio climático, tal vez sea nuestro trabajo asegurarnos de que lo que realmente están haciendo refleje lo que han firmado. Significa que el MI6 supervisará a los grandes países industriales para garantizar que cumplan sus compromisos de combatir el aumento de las temperaturas globales.”
Richard Moore, jefe del servicio de inteligencia exterior del Reino Unido
En una cumbre climática virtual con 41 líderes mundiales, el presidente norteamericano, Joe Biden, dio a conocer a finales del mes pasado un ambicioso Plan Climático para los próximos 10 años que ha propuesto reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de EEUU en un 50-52% para 2030. Esto representa casi el doble del compromiso que había tomado EEUU bajo la administración de Obama tras el Acuerdo de París de 2015. Los expertos aseguran que ni el propio Biden sabe cómo lograr este objetivo y que es muy difícil de lograrlo. En realidad, el compromiso del 50% es respecto a las emisiones de 2005, no respecto a las emisiones actuales. Esto significa que la baja real será, si se consigue, sería un 30%. El compromiso que asumió Obama en la cumbre de Paris no parece que pueda alcanzarse, así que el de Biden es todavía mucho más complicado.
En su momento, Obama aprovechó que respecto a 2005, las emisiones en 2016 ya se habían reducido un 11% gracias a la utilización de la fractura hidráulica para la producción de hidrocarburos. Esta controvertida técnica así ha interpelado a muchos ambientalistas ya que si bien ha generado una serie de cuestiones (como por ejemplo el uso de grandes cantidades de agua) también ha permitido el reemplazo acelerado del carbón por el gas natural en EEUU. Esto fue posible solo por el desarrollo de los recursos no convencionales que utilizan la fractura hidráulica para ser extraídos. Hay que ser muy cautelosos a la hora de hablar de la cuestión climática, suele suceder que la sola mención de la palabra «clima» hace que muchas personas, y principalmente los líderes políticos, pierdan capacidad de análisis crítico y utilizan el tema como una muletilla políticamente correcta que hay que mencionar en cada discurso.
En este contexto, Biden, el convocante de la cumbre, tenía la intención de utilizar la reunión para persuadir a los países emergentes a ser más agresivos con sus objetivos de reducción de emisiones. Existen realmente una serie de interrogantes a la hora de hablar de la emergencia climática y las causas que están provocando el aumento de las temperaturas medias en nuestro planeta. Es un tema controvertido para la ciencia, porque no estamos ante una ciencia experimental que puede contrastar sus modelos explicativos.
Pero lo que puede ser controvertido para la ciencia no lo es para la política, y la cumbre de Biden lo reafirma, el tema del cambio climático se ha convertido en un factor de gobernanza global donde los países desarrollados quieren obligar a los países en desarrollo a sumarse a esta cruzada limitando así sus posibilidades de crecimiento y avanzando en algunos casos sobre la propia soberanía. EEUU emite el 15% de los gases de efecto invernadero, China el 30% y Argentina solo el 0,6%. Viendo estos números, no tiene mucho sentido actualmente para nuestro país sumarnos a la agenda climática de los países desarrollados que tiene objetivos geopolíticos para salir de la dependencia de los hidrocarburos. Mientras Shell, por ejemplo, ha revelado que espera que el 75% de sus reservas probadas de petróleo y gas se agoten para 2030 y casi todas para 2050, un análisis reciente de la consultora Wood Mackenzie proyectó que la demanda de petróleo en la región de Asia Pacífico podría aumentar en un 25% para 2040 en comparación con los niveles de 2019.
En Australia, por ejemplo, Daniel Wild, director del Institute of Public Affairs, uno de los think tanks más prestigiosos de ese país, declaró “La presión de la administración Biden y los líderes mundiales sobre Australia es un ataque a la soberanía australiana. El primer ministro Morrison debe resistir el intento de Joe Biden de interferir en la política nacional de cambio climático para Australia. Un objetivo de cero emisiones netas es un ataque al estilo de vida australiano y desencadenará una catástrofe humanitaria y económica en las distintas regiones australianas”
Hasta tal punto el tema de las políticas globales sobre cambio climático empiezan a generar problemas soberanos que algunos países como el Reino Unido empiezan a tomar posturas imperiales. En el último número de la revista Environmentals Affairs, el ex Secretario de Relaciones Exteriores Lord Hague plante que “…En el pasado, el Reino Unido ha estado dispuesto a utilizar ejércitos para asegurar y extraer combustibles fósiles», pero en el futuro se enviarán ejércitos para garantizar que no se extraiga petróleo y para proteger los entornos naturales. Y refiriéndose a Brasil y el Amazonas predice que “…a medida que el cambio climático asciende en la jerarquía de cuestiones políticas importantes, será cada vez más difícil conciliar nuestra política de cambio climático con un acuerdo de libre comercio con un país que despeja un área del tamaño de un campo de fútbol del selva amazónica cada minuto”.
A su vez, Richard Moore, el nuevo jefe del servicio secreto del Reino Unido M16, sugiere que países como China serán vigilados para garantizar que se cumplan los compromisos climáticos y describió el cambio climático como el «elemento de política exterior internacional más importante para este país y para el planeta». La geopolítica del cambio climático parece acentuarse.
Puntualmente en nuestro país, la pandemia de coronavirus ha venido a acentuar una delicada situación económica. El año pasado, la actividad económica a nivel nacional se contrajo más de 10 puntos y casi la mitad de la población se ubicó por debajo del umbral de la pobreza. La cuestión energética ha sido uno de los temas predominantes estos últimos días debido a los subsidios a la electricidad. En este contexto, Argentina debe tomar las decisiones que crea convenientes en materia energética que permitan ayudar a retomar la senda del crecimiento basándose para ello en su propia agenda, que atienda sus propias necesidades, y no en una impuesta desde afuera.