La energía brasilera

Brasil es actualmente el mayor consumidor de energía en Latinoamérica y el octavo a nivel mundial. Su consumo total de energía se ha incrementado en más de un tercio en la última década a partir del sostenido crecimiento económico. Al igual que sucede en nuestro país, y en otras economías emergentes, necesita aumentar la producción propia de energía en el futuro para evitar un desbalance energético.

El gigante sudamericano es uno de los países con mayor desarrollo de energía hidroeléctrica, la cual representa un 35% del total de la energía producida en el país. La misma se emplea fundamentalmente para generar el 80% de la electricidad. Comparte con Paraguay Itaipú, la mayor represa del mundo, con una potencia instalada de 14.000 MW. Esta central provee alrededor del 17% de la energía consumida en Brasil y el 75% de Paraguay.

Sin embargo, las sequías pueden implicar una menor disponibilidad de energía. En 2012 y 2013, la producción hidroeléctrica cayó debido a las lluvias tardías y ligeras que causaron una emergencia nacional. Más recientemente, en Julio de este año, la sequía prolongada ha obligado a reemplazar energía generada con centrales hidroeléctricas por termoeléctricas, alimentadas principalmente con gas natural. Según el Operador Nacional del Sistema Eléctrico, las represas de las regiones sur y centro-oeste del país operan actualmente por debajo del 35 % de su capacidad.

Figura 1: Represa de Itaipú, Brasil- Paraguay

La principal fuente primaria de energía utilizada en Brasil son el petróleo y los combustibles líquidos (47%). Los mismos son fundamentales para alimentar el transporte. El  petróleo es complementado con biocombustibles (etanol de caña de azúcar). Brasil se destaca por ser uno de los pocos países del mundo donde la producción de biocombustibles líquidos es significativa (317.000 bpd en el 2013). El país vecino implementó políticas para fomentar la producción y el consumo de etanol a partir de la década de 1970, para hacer frente a la dependencia del país del petróleo importado y aprovechar el excedente de caña de azúcar.

Actualmente, Brasil necesita  importar petróleo, gas y carbón para completar su oferta energética. Las importaciones de energía comprenden alrededor del 17% de la energía total consumida. Bolivia proporcionó más del 75% de las importaciones de gas de Brasil, que importó 470 millones de pies cúbicos en 2012. 

A diferencia de lo que ocurre en Argentina, el gas tiene una participación relativamente baja en la matriz primaria con un 8% del total. Además del uso extendido de la hidroelectricidad, Brasil tiene poca necesidad calefacción, donde el gas natural juega un papel importante en los climas fríos. Aunque por otro lado, es probable que tenga una gran necesidad de aire acondicionado en el comercio, la industria y para los ciudadanos de mayor poder adquisitivo.

Por otro lado Brasil tiene muy poca producción de carbón autóctono aunque un 5% de la energía se genera a partir de esta fuente. Además, está consumiendo cantidades crecientes de biomasa en los sectores residenciales e industriales. Y cuenta con dos reactores nucleares y un tercero en construcción, que proporcionan un 1% del total de la energía que consume.

Figura 2: Matriz energética de Brasil. Fuente: EIA

Brasil es un productor de petróleo importante con 2,7 millones de barriles por día (mbd) en 2013 y actualmente consume 2,8 millones.  Pero en los últimos años  el consumo de petróleo del país ha ido aumentando de forma constante desde 2008, creciendo un 2,5% durante el período 2011-2012. En marzo de 2013,  el gobierno lanzó un plan de energía que tiene como objetivo ampliar la producción de petróleo a más de 5 millones de bbl / d en el 2021.

Es importante destacar que más del 90% de la producción petrolera de Brasil se realiza off shore, en aguas profundas. Las mismas constituyen un ambiente de extrema dificultad para la producción de hidrocarburos debido a las altísimas presiones, temperaturas de casi congelación, los suelos blandos, el fuerte oleaje y las corrientes marinas. Las Cuencas Campos y Santos, que se encuentra frente a la costa sureste del país, poseen la mayor parte de las reservas probadas. Seis yacimientos de la Cuenca de Campos (Marlim, Marlim Sul, Marlim Leste, Roncador, Jubarte, y Barracuda) representan más de la mitad de la producción de crudo de Brasil. 

En 2006, el descubrimiento de recursos petroleros no convencionales, conocidos como presalt, generó grandes expectativas. Se denomina presalt a las formaciones ubicadas en el subsuelo marino y bajo gruesas capas de sal, con potencial para la generación y producción de petróleo. Se las llama de ese modo porque las rocas contenedoras se encuentran debajo de una amplia capa de sal, que puede alcanzar un espesor de hasta dos mil metros, y que es necesario perforar para acceder a los recursos. 

Figura 3: Ilustración Presalt. Fuente: Petrobras

Diariamente ya se producen más de 500 mil barriles de presalt en las cuencas de Campos y Santos, a unos siete mil metros de profundidad, según informa Petrobras. Sin embargo, los resultados se están dando más lento de lo que se esperaban, y en los últimos dos años se registraron caídas en la producción. Las estimaciones del total de los recursos del presalt varían, pero según analistas consultados por la EIA las reservas ascenderían a más de 50.000 millones de barriles de petróleo equivalente.

El petróleo de aguas profundas y el presalt son posibilitados por los altos precios internacionales del petróleo.  Al igual que ocurre con el shale en Argentina, requieren de grandes inversiones y tecnologías específicas para su explotación.  El desarrollo de estos recursos  permite pensar en un nuevo panorama energético para Brasil y Latinoamérica.  

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